martes, 14 de octubre de 2008

El iceberg de Wayheming

Me imagino al Titanic en su singladura. Sin noticias de un témpano de de hielo. De enomes proporciones ambos en la noche. Uno con un deslumbrante resplandor dorado. Otro de un azul celeste demasiado tarde iluminado. Lanzado el uno y mecido suavemente el otro. Majestuoso y decrépito. Nuevo y viejo. Lleno de calor el primero, tan frio el segundo... ¿Qué? Un accidente trágico; un transatlántico y un pedazo de Polo Norte. ¿Cuándo? A las 23.45 del 15 de abril de 1912. ¿Dónde? En un mar tranquilo y el choque en el lateral izquierdo (estribor). ¿Quiénes? 1500 almas ¿Cómo? de hipotermia, solas en la mar ¿Por qué? La retórica se desvanece ante el potencial de lo informativo, la ficción ante el peso de la realidad... la belleza o la fealdad no son noticia. El hielo del iceberg sumergido sacia una sed distinta a la que el hielo que asoma en la superficie puede llegar a aplacar.

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